Nacida en Taranto, Puglia, la actriz italiana Rosalba Gravina, residente en la localidad de El Bolsón, cuenta sobre su tierra natal y la importancia del teatro para expresar la identidad vincular.
¿Qué aspectos de tu vida revalorizás como italiana residente en El Bolsón?
“En este momento, me identifico como una mujer-actriz que dejó su ciudad Taranto, hace diez años, y que se encuentra en una nueva fase de su vida, con 56 años viviendo en El Bolsón, Argentina.
Desde lo artístico, hace 30 años que hago teatro, pero siempre de manera distinta. Fui titiritera, trabaje en la Commedia dell’Arte, hice teatro brechtiano, de figuras animadas y ahora un teatro síntesis de todos mis recorridos.
Hoy mi ciudad habitable la encuentro en unos afectos, que pueden estar a distancia, en determinados objetos, por ejemplo nunca me separo del pandeiro, instrumento que representa la tradición musical de mis pagos.
Y aquí en El Bolsón dirijo una obra: Mudanzas”.
Desde lo personal, ¿cuánto de autobiográfico hay en la obra?
“Cada dos años viajo a Italia. A pesar que mi único familiar directo es mi mamá, la identidad vincular es muy fuerte. Cuando uno se encuentra en otra cultura, pasa siempre que aquello que pensás es universal, ya no lo es más, ese es el ideal que quedó en la cultura de mis padres. Cada tanto mi mamá me pregunta ¿ahí hay basilico… e le melanzane, están ahí? Son visiones completamente diferentes.
Pienso que la obra tiene muchas perspectivas: lo personal, lo autobiográfico y lo universal. Nunca puedo desprenderme de esos detalles”.
Rosalba Gravina y su identidad
¿Cómo te fuiste construyendo en otro territorio?
“Yo nací en Taranto, fue la ex capital de la Grecia Magna, una ciudad de la región de la Puglia, es el taco de la bota, en el mar Jónico, un mar increíble.
Muchas veces hablando con mi amigas me decían ‘estás loca, te vas tan lejos’ yo ya tenía 46 años, y además nunca me había alejado de Italia. Les decía al revés, cómo hacen ustedes para quedarse siempre en el mismo lugar, como no sienten la necesidad de salir”.
PhotoCredit: Rosalba Gravina
¿Tu interés por el teatro, es la consecuencia de un gran “horizonte de expectativas”?
“¡Sí, claro que sí! Hace poco leí un artículo sobre la fragilidad de los artistas. A mi me encanta pensar que mediante el teatro es posible expresar toda la vulnerabilidad de los seres errantes. Esa sensación surgió como la de un ‘fiume in piena’: tenía que decir todo lo que venía a mi mente con esta obra, es la parte que más me gusta del unipersonal”.
Desde lo artístico, “Mudanza” indaga en la literatura italiana. Cómo fue el proceso de búsqueda de los textos literarios?
“Los textos aparecieron como por magia. Fue un acto creativo en el que estaba muy concentrada conmigo misma. Uno de ellos es un poema de Cesare Pavese. Lo aprendí de memoria cuando tenía 15 años”.
Tradición y acción dramatúrgica
“Mudanzas”, dirigida por Rosalba Gravina y Manila Prado, es la historia de una mujer cuya escena principal es ni más ni menos que la vida. En ella, el vínculo con Italia se mezcla en la obra con el ritmo de una copla, con el sonido del pandero, con la danza representada en la “pizzica” baile tradicional de la Puglia.
Musicalizada por Nicolás Kamien, nos muestra la particularidad de la esencia italiana, en la Patagonia argentina.
El terruño de Rosalba: ayer y hoy
Taranto es una ciudad de casi 200 mil habitantes, ubicada en la región de Puglia, al sur de la península. Sumergida entre los mares Piccolo y Grande, es hoy un reconocido polo industrial europeo de producción de acero.
Fue fundada en el 706 a.C por colonos espartanos. Posee hoy una riquísima historia cultural arqueológica y arquitectónica, producto de la presencia griega. Por entonces, fue un gran centro comercial, cuyo puerto estaba protegido por una muralla de 15 km construída en el siglo IV a.C para defensa de sus entonces 300 mil habitantes.
El Castillo Aragonés que data de 1492 y aún hoy puede ser visitado, también es reflejo de las diferentes presencias culturales, entre ellas romanos, normandos, suecos y borbones que presenciaron y fueron parte del esplendor de la ciudad.
